Somos.-



Uno de ustedes me escribió hace corto rato.
A varios de ustedes vi entre ayer y hoy.
Con casi todos ustedes, hablé en estos últimos días.

... Tal vez, sea el invierno que filoso se asoma... Lo que a veces conlleva cierta sensación de hielo, de cosa quebradiza, de torpe sensibilidad en la yema de los dedos. En la yema de la mirada.
Tal vez, sencillamente, toca que hoy, toca así y ya.-

Lo mismo da.
Puesto que la suma de días es concreta e indiscutible.
Y desde que allá a lo lejos -a la casi niebla de memoria- comenzamos a hoy, han pasado casi ocho años.

Fuimos tres, fuimos seis, fuimos más. Fuimos dieciocho.
Fuimos los que llegaron y se quedaron, los que se quedaron por un rato nomas, los que se fueron a puro abrazo, los que se fueron en silencio (el abrazo existe lo mismo, debido a que una acción jamás pesa más, que muchas de ellas), los que se fueron y volvieron, los que van y vienen.
Todos estos fuimos y somos.

Somos.

Y francamente, si me corro de lo profesional; si por un momento utilizo este espacio como plano personal, y mi memoria recorro, ahí están. Trascendiendo. Ocupando. Enriqueciendo.
Cada uno de ustedes. Inigualable.
Jorge Fandermole, en ·Diamante· habla respecto de aquello que uno no necesariamente merece, aquello que le toca en suerte, aquello que lo enaltece. Lo que llega, sin que uno espere.

Y si desde mis penurias y maravillas, los miro, a conciencia los miro; veo sus conmovedoras maravillas, sus coherentes penurias; y me lleno de fortunio. Por la cercanía. Por la transparencia.
Porque si ustedes -repito, por fuera de lo profesional- directamente sumando en lo personal no son un golpe de buena suerte, pues entonces, no sabría de que se trata la buena suerte.

Rastrillo en el paseo de la memoria mil imágenes, el mueble de fondo, "mi cara no es un lienzo, cuidado con el pincel" y la niña Chiapparo, Espacio Aguirre, "Hay que ponerle nombre a esto... ¿Algo con Cachi?"... "Punto" dijo la de los ojos inigualables. Boedo XXI, No te lo puedo decir, ¡Igor!, "la pelea", el telón cayendo "augurios", la pelota violeta, las All Star negras, más de un asado, más de una seria charla, el ventilador de techo, la marca que el ventilador dejó. China, Japón, que te esperamos. Las mesas, el ruido de la cinta, las lentejuelas verdes, violetas, blancas; blanco el vestuario. Las Casas.
El teatro del Sur, la tijerita, y las medias Silvana. Dentro del teatro, el relajado y el nervioso. La luz que no se bien coloca (culpemos a Japón), y todo el resto que siempre impecablemente funciona. Max. Más Teatro del Sur, ensayar sin luz -por primera vez-, lo pequeño de la casa de Mayo padecido por aquellos más largos, bicicletas imposibles de estacionar, Rosario, la camioneta, que del sur que del norte, el hostal de la flor (ponele) y piquetes. Muelas que seriamente complican. Pendiente temeraria. Caminatas, enojos, maravillas. Paloma. Rubia. Fernet sin Coca, pero con mucho Fernet. Arquitectura, más palabras, y la rambla, siempre la rambla. Que te ahorco y que tanto te quiero. Cambalache. Ausencias, bailarines (siempre gracias) salvavidas, Triumbirato 44444444444, lluvias y más lluvias.
Un cafe, con un Sr. Marian serio, seriamente agradecida. Cochabamba que fue, sin poder serlo. Brocal. ¡Pinky! lo mismo que todos los viernes. Y ahora un diminuto tablado. Las lunas, los bordes, los límites. De los nuestros, que a veces de tanto quererse se hacen daño, y al rato, para alegría y buen aire nuestro, se vuelven a querer (mil veces ¡salud! por eso). De hierros y soldaduras. De construir la luna. De hula-hula y Once, de textos perfectos, o sea, graciosos. De lunas, decía, de quien sabe hacerla, con solo hilo y aguja. De risa -mucha risa Pinky, siempre risa- y feliz cumpleaños, allá al norte, dónde la familia se duplica. El Tinglado, Eduardo, de generosidad indiscutible, Eduardo, fuerte y asequible muro. Eduardo una fiesta de lucidez, cada palabra tuya. Gracias. Siempre. Y más.
Y entonces, complejizar, "eran tres alpinos" de factura, café, mate y cosa buena... Y un San Martin, un Loft y algo en relación a un lobo y su boca, y más Brocal, y más Casas. Del siempre músico-mago.
Todojuntotodomezclado. Y el Uruguay, y Paysandú, y Casablanca, y la Kramer, De Rogatis, y esa fiesta. Toda esa alegría. Más camioneta, y un sobri. Luego -como toca cuando se anda en la vuelta- más Uruguay, con cada querido presente, y Juan cuidando sonido y corazones (imprescindibles corazones). AFE y Bastión. Y se hizo el verano, y fue AP y Centro Cultural Recoleta... Que tremenda cantidad de adoquines... Y otra vez El Tinglado... Y más, tanto más... 

(Porque incluso, hasta nos secuestraron)

Y así casi ocho años.
Y ustedes.
Cada uno.
Años nuevos.
Cumpleaños.
Distancias.
Bienvenidas, despedidas, bienvenidas otra vez, lo que toque esperar, esperaremos. Sabremos adaptarnos.
Teatros.
Nuevas gentes.
Gentes de siempre.
Y siempre, ustedes.

Y...
Carajo, esta tremenda suerte de que ustedes, sean ustedes. Y todo esto tenga tanto sentido. Y más.
Gracias, siempre a cada uno. Por cada cosa, por cada parte, por que solo hay y existe sentido, remo y río, con ustedes.
Con todos los que por aquí pasaron, o pasan.
Para cada uno, gracias, las más genuinas, las más sentidas.
Insisto, si toparse con cada uno de ustedes no es ·buena suerte·, pues, realmente no se, entonces, de que va ese asunto de la buena suerte.
Que los quiero, seriamente.-
Y a por la tercera (cuarta) vamos.-


Flor Guerrero.-

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